20 Grandes en Blanco y Negro y hacia atrás: Nº 17

En 1977 la NASA mandó al espacio la sonda Voyager I acompañada de un gramófono y un álbum llamado Sound of Earth. En él se incluyeron algunos de los sonidos más relevantes de la vida terrícola hasta el momento, como la Quinta Sinfonía de Beethoven, el Concierto de Brandemburgo Nº 2 de Bach o el gran temazo Johnny B. Goode, escrita en 1958 por el enérgico y talentoso Chuck Berry a modo de ligera autobiografía. El guitarrista de Misouri narra y musica como nadie el viejo sueño americano: chico pobre de campo desea convertirse en estrella tocando la guitarra.

La idea – tan estudiada como descabellada – de enviar un gramófono y un álbum al espacio pasa básicamente por tener fe en que algún día un extraterrestre encontrará el regalito, lo abrirá, pondrá el disco de forma correcta, escuchará dichos códigos melódicos y, de puto milagro, tal vez conseguirá entender algo de eso que ha llegado a su domicilio sin la visita previa del Círculo de Lectores.

Pero lo importante es el detalle.

Una respuesta a “20 Grandes en Blanco y Negro y hacia atrás: Nº 17

  1. Murmullos de la Tierra.

    Carl Sagan fue el máximo responsable de las misiones Voyager. Siempre anheló encontrar vida allí arriba y murió justo cuando las agencias espaciales empezaban a hacer sus más impresionantes hallazgos al respecto. Jamás se cansó de luchar contra las religiones y contra los fanatismos. Consideraba al ser humano un niño que debía dejar atrás sus ridículos miedos ancestrales y lanzarse a la conquista del universo, unidos, todos, sin ninguna excepción.

    Participó en incontables misiones espaciales, a Marte, a Venus, a Júpiter, al Sistema Solar Exterior, y hasta fue el responsable de lanzar desde Arecibo un mensaje radiado a las estrellas. Pero lo más emocionante que jamás hizo, según sus palabras, fue seleccionar el millar de fotografías, de sonidos y de músicas que fueron incluidos en los discos de oro de las sondas Voyager. Pero además, tuvo que buscar la forma de que si eran capturadas las sondas, se interpretara el mensaje (contó con la ayuda de su esposa del momento, que era artista). Para ello recurrió a la física elemental, para que cualquier ser lo suficientemente inteligente como para capturar la sonda sin destruirla y pararse a observarla, pudiera entender qué debía hacer. Sin duda, resulta algo osado esperar que un ser absolutamente ajeno a nosotros sea capaz de interpretar eso… Pero Carl Sagan confiaba en que la ciencia, a fin de cuentas, pudiera unir a todos los seres vivos del universo…

    De hecho, en la sonda Voyager 1, él mismo escribió: «Los pueblos del cosmos, unidos por el amor a la música»…

    Juanjo, te recomiendo que veas algún capítulo de la serie de televisión de Carl Sagan, «Cosmos». Aunque tiene casi 20 años y sus datos científicos ya han sido superados… su visionado sigue siendo igualmente hipnótico, maravilloso. Nadie jamás supo comunicar tan bien algo tan difícil.

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