Quien me conoce bien sabe que dos de mis debilidades son escuchar música en la carretera y enchufarme a The Doors a toda castaña. Lo mejor de todo es que ambas son perfecta y necesariamente compatibles si el piloto lo permite.
El primer álbum de la banda californiana -titulado de forma homónima- contiene once auténticos homenajes a la música destinados exclusivamente al gozo de los oídos, los pulmones y los cojones del alma: desde Break on through hasta The End pasando por Alabama Song, la celebérrima Light my fire o la que aquí nos ocupa: Back Door Man, una de las dos piezas que no fueron compuestas por su virtuoso y excéntrico vocalista Jim Morrison.
Si The Doors pasa a la historia será, entre otras cosas, por hacer de cada uno de sus recitales toda una orgía melódica para los sentidos y una fiesta absolutamente imprevisible donde tenía lugar la demostración más sobrada de talento que se haya visto jamás sobre un escenario. Pura magia, tremenda exhibición y derroche sin igual.
Recomiendo vivamente el documental «When you´re strange» sobre las peripecias de esta gran banda.