Esta no es una película sobre la guerra de Vietnam. Esto es Vietnam. Así presentaba el mítico Francis Ford Coppola su decimosegunda película en el 32º Festival de Cannes. Unos días después se alzaba con la preciada Palma de Oro.

Y es que la leyenda fatalista sobre Apocalypse now (1979) es inagotable. El rodaje se alargó dos años debido a problemas de producción, al ego de Marlon Brando y sus diferencias con algunos actores, a alguna desafortunada elección en el casting y a un Martin Sheen protagonista que a punto estuvo de morir de un infarto, obligando por tanto a pararlo todo durante bastantes semanas.

Claro que Coppola tiene una mano para esto del cine que ya la quisieran otros para sí (y no hablo de comportamientos onanistas). Algo habrá hecho este buen hombre para que el mundo del cine siga considerándolo uno de los mejores directores de la historia del cine. Bastaría solamente con haber firmado la trilogía de The Godfather para considerarlo el puto amo, pero lo cierto es que Coppola tiene mucho más fondo de armario del que presume.

La secuencia que abre Apocalypse now es, sencillamente, el mejor inicio jamás filmado. Un auténtico espectáculo que se debería enseñar a primera hora del primer día del primer curso de todas las escuelas de cine del mundo con una voz que finalmente sentenciase: esto es cine, chicos, tenéis toda una vida para intentar superarlo.

Distintos planos superpuestos conforman esta secuencia memorable: el capitán, tumbado en la cama, mira absorto las hélices de un ventilador que se mezclan y confunden (en imagen y sonido) con las de los helicópteros que arrasan literalmente la selva vietnamita. Todo ello al son de la invencible e irónica The End grabada diez años antes por la mítica banda The Doors.

No hay conexión capaz de superar a esta. Al menos en el cine, claro está.