No dejes tu Graná huérfana del sentío común de tus fandangos.
No dejes tu Albayzín mudo de tarantas y de soleás.
Te lo ruego, Enrique: golpea otra vez tus nudillos contra la mesa y despiértate por siguiriyas.
No dejes tu Graná huérfana del sentío común de tus fandangos.
No dejes tu Albayzín mudo de tarantas y de soleás.
Te lo ruego, Enrique: golpea otra vez tus nudillos contra la mesa y despiértate por siguiriyas.