Reza el himno culer que tot el camp es un clam. El día de la manita al Madrid lo fue, igual que en otras grandes y memorables noches de liga, copa o Champions. Lo cierto es que si el Camp Nou fuese un clam partido tras partido, en lugar de llevarse cinco chicharros, muchos equipos ni siquiera habrían salido a jugar el segundo tiempo.
Soy de los que piensa que la calidad de la afición que suele asistir al Camp Nou está muy por debajo de ese equipo que practica el mejor fútbol jamás visto antes. Y eso no puede ser, Maria Teresa.
Resulta que cuando vendes la entrada más barata al ‘módico’ precio de 70 u 80 euros lo único que consigues es alejar al fútbol del hincha del pueblo llano para dárselo en bandeja de plata a ese burgués catalán de ochenta años que yace inmóvil ante los golazos de Messi, que sólo grita cuando el árbitro se equivoca, que recuerda al de al lado y por lo bajini que eso Manchón no lo fallaba y que, para colmo, llega cinco minutos tarde y se marcha quince antes de que se acabe el partido en cuestión.
Y lo que es peor: cuando se te va la mano con los precios no sólo estás menospreciando el nivel de vida de las personas que habitan en el país que tanto dices defender con una camiseta, sino que conviertes el deporte en un espectáculo de museo exclusivo para visitantes foráneos. Todo por la pasta. Més que un club, sí, pero también con los ojos puestos en los bolsillos de un buen número de turistas que acuden una vez en su vida a dejarse los cuartos en la Botiga y en el Museu y en el Estadi con bocata de ingredientes de plástico en una mano y cámara de fotos en la otra. Tot incluit en el mismo paquete, caballero.
Qué quieren que les diga: eso de que los estadios no sean estadios sino teatros donde únicamente se aplaude el acierto y se pita el error… Como que no. ¿Qué será lo próximo? ¿Regidores dando órdenes a la grada para que canten gol? Ah, que eso también existe ya. Si no fuera por el espectáculo que dan en el campo yo ya habría dicho eso de paren todo esto, que me bajo.
A mi me da mucha penica que esto pase no sólo en mi club sino también en otros: españoles y extranjeros, amigos y enemigos. Porque me consta – y seguro que a ustedes también – que esto lo sufren aficionados de otros muchos clubes a pesar de que ni prensa ni directivas estén por la labor de hablar del tema. Ya se sabe que la pela es la pela en Catalunya, en Madrid y en mi barrio de Jaén.
Yo soy culer pero de vez en cuando procuro quitarme la senyera y la venda blaugrana de los ojos para no parecer más paleto de lo que ya soy. Y desde luego no seré yo quien recomiende a otros que hagan lo mismo y se quiten de una vez por toda la rojigüalda y la venda merengue para reconocer los males de su equipo (que no son sólo de poca clase fuera del campo, sino también dentro del mismo), aunque eso ya sería un buen comienzo. No tanto por el bien de su equipo, sino por el de la salud de uno mismo como aficionado a esta chominá que es el fútbol.
Perdonen si exagero pero a mi me parece que lo que se ve en este vídeo no debería ser algo excepcional sino de cada domingo (o lunes, que la TV también manda algo). Aunque eso de gritar esté tan mal visto.