Vengo de toparme con dos mil ochocientos sesenta y un mormones
que trataban de convertir al muñeco de un semáforo en no sé qué.
No exagero, no: mormones. De los de toda la vida de Dios.
Vengo de toparme con dos mil ochocientos sesenta y un mormones
que trataban de convertir al muñeco de un semáforo en no sé qué.
No exagero, no: mormones. De los de toda la vida de Dios.