Sol. Plaça Catalunya. Puertas del Congreso o de las Cortes valencianas. Plazas de toda España. Da igual el sitio y el número de asistentes. Pasan los días y a uno se le sigue poniendo la gallina de piel viendo imágenes del pueblo echado a la calle pidiendo lo que se le debe: respeto y dedicación exclusiva. Qué menos.
Si además de protestar con sentido se hace también con arte, el fervor popular (término del que se quieren apropiar los menos indicados) está respaldado por todos los respetos y elogios que merece. He aquí un hermoso ejemplo acontecido en Sevilla. Para quitarse el sombrero y regalárselo a cualquier policía u otro siervo del Estado.
Me sumo a la pena. Un poquito de por favor, oigan.
En las concentraciones de Sevilla hemos podido disfrutar con las invenciones de este artista, con las que se ha volcado la gente. Tampoco desmerece nada sus versiones del Sevilla de Miguel Bosé (http://www.youtube.com/watch?v=d8eLVt8JnVQ) o del Vamos a contar mentiras (http://www.youtube.com/watch?v=kHpt91rgb9Y), entre otras. Impresionante