El día de la roja

 

Anoche cené una gran empanada de pino con un buen par de piscos para celebrar y recordar, desde la distancia, el día de mi querido Chile.

Para hablar de Chile conviene tener siempre la boca bien limpia y sin gérmenes: con Neruda, con la gente y con los Parra desde Valpo hasta Concepción. Sin Piñera, sin carabineros y sin miedo desde la Alameda hasta la U. Yo sólo quiero tomar harto y bailar una cuequita con toda mi torpeza junto a mis chilenos del alma, los de allí y los de aquí.

Viva Chile, coño. 

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