Somos muchos los perros andaluces que queremos una tierra libre de conformistas, siervos y estómagos agradecidos que siguen creyendo que su puesto de trabajo es regalo de un político y no fruto del propio esfuerzo. Muchos lo han logrado así y el resto se ha contagiado por error.

Si no tienes pensado votar este domingo, hazlo por aquellos perros que fuimos expulsados de una tierra llena de señoritos miserables que se han empeñado en esconder su complejo de inferioridad bajo la alfombra del narcisismo más estomagante habido y por haber. Alfombra que gran parte de los andaluces se ha comprado para acomodarse en ella.