Siempre que abro un periódico por el final o me asomo por la ventana para encontrar el origen de un grito, me pregunto qué pensaría o qué diría Jorge al respecto. Siempre que me entran dudas sobre cierta verdad popularmente asumida o voy caminando por la calle y me paro a observar una persona que no se da cuenta que está siendo observada, me pregunto qué texto escribiría o qué foto sacaría Jorge si estuviera a mi lado.
Efectivamente: Jorge Pastor es mi NORTE. Tampoco descubro nada porque sé que Jorge es el NORTE de muchos de los que deambulamos con la brújula trucada. No me importa compartirlo. Las buenas personas son patrimonio universal y no hay lugar para la propiedad privada cuando hablamos de calidez humana TOP.
Esta foto maravillosa de Jose Maria Cobo durante otra de nuestras aventuras ilustra perfectamente lo que Jorge significa para mí: uno de los mejores motivos para volver a Jaén. Para seguir enamorado de Jaén contra viento y marea. Para soñar despierto con otro Jaén, con una ciudad que aprenda a sacudirse más y achicarse menos. Jorge es un romántico de la resistencia. Un resistente del romanticismo.
Jorge es una talla humana. Un adjetivo lleno de luz. Una forma singular de mirar, de hacer, de sonreír, de beber, de hablar y de convivir. Jorge es la imagen viva del entusiasmo. Jamás me cansaré de decir su nombre. Jamás me cansaré de buscar su sombra.
La gente de bien cuenta los años a partir del nacimiento de Cristo. Yo me niego a participar en dicha farsa y, desde hoy, contaré los años tomando como origen el inicio de nuestra complicidad.
En Jaén deberían contar los años desde hoy, día en el que Jorge ha pasado a mejor vida. Nada de morirse, oigan. Jorge seguirá intensificando la vida desde la ciudad de sus sueños. Que también es la mía. Que también son los míos.