A grandes series, grandes galas

Un secreto a voces: desde hace algunos años en EE UU (la Meca de la creatividad) el talento y las cosas bien hechas ya no viven en su industria del cine sino de la TV.  Los grandes creativos no se han mudado de país, ni siquiera de costa, sólo han cambiado el medio: la gran pantalla por la pequeña.

La originalidad existe ahora más que nunca en sus late nights, sketch shows y, sobre todo, en ‘pequeñas’ y grandes series que poco a poco han ido invadiendo el tiempo y las cabezas de muchos de nosotros, ávidos de productos bien realizados, escritos y con ese puntito inexplicable que los hace eternos en corazones sentados y entregados a la pequeña pantalla de la TV o del portátil.

Mi corta y pésima memoria me recuerda que hace nueve o diez años vivía enganchado a Friends, The SimpsonsFrasier, Seinfeld, Sex and the city y la que a día de hoy sigue siendo la serie más grande que he visto jamás: The Sopranos. Después pasé cuatro o cinco años empapándome del mejor cine de antes de ayer, de ayer y de hoy. Ahora combino el sano ejercicio de tragarme grandes dosis de cine y TV tanto por oficio como por placer (si no son lo mismo).

Six Feet Under fue la gran serie que volvió e engancharme a la TV. Luego vinieron la sublime Mad Men, la todoterreno The Wire, la inquietante True blood, la elegante Treme, la dulce Glee, la sobradísima Entourage o la esquizofrénica My name is Earl. Mientras todas estas llegaban para quedarse, The Sopranos nunca se fue. Seguro que me dejo alguna en el tintero, pero ya os avisé de mi memoria.

Los Premios Emmy no son unos premios cualquiera. Nada de eso. En la gala no se entregan galardones a lo mejor del año sin más. El Emmy es un reconocimiento a lo excelente, al respeto enorme por el oficio del arte televisivo en una industria preocupada por entretener a lo grande tratando al espectador como persona y no como bulto tumbado en coma sobre un sofá.

Viendo cómo empieza la gala de los Emmy uno entiende de qué va la cosa. Hay muchas formas de empezar una gala y de llevar al presentador hasta el escenario. Pero en los Emmy siempre se le da otra vuelta al asunto y este año han vuelto a sorprendernos.

Actores de distintas series unidos todos a una. Sin competencias ni estupideces. Personas que trabajan en productos de diferentes productoras juntas por un día con el fin de celebrar un oficio realmente hermoso como es la TV.

La vida es como una gala de premios: sólo funciona el colectivo sumando talentos individuales.


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