Cagarme en los demás pequeños que llevan pañales, por cobardes.

Leer la prensa y seguir sin entender nada, por pura supervivencia.

Pedir teta sin miedo a las represalias, por vicio.

Hacer macrobiberón en la fiesta de la primavera, por defender la infancia.

Reír viendo Mira quién habla sin importar que me pillen, por sinvergüenza.

Meter los dedos en un enchufe múltiple de los chinos, por darle emoción.

Mirar a la cámara y sacar la lengua sin prejuicios, por ser maleducado.

Andar a cuatro patas sin superar los 110 km/h, por precaución y servilismo al estado.

Mirar un ordenador como quien mira a Rosa Díez, por indiferencia.

Pero sobre todo, cuando sea pequeño

quiero querer ser mayor

para cantar y bailar tan sucio y tan bonito como el tito James.