De la ciencia ficción al amor sólo hay un paso. En el caso de Nacho Vigalondo, una película: Extraterrestre, la segunda en su cuenta.

Primero fueron varios cortos (algunos muy dignos, otros para olvidar) y una merecidísima nominación al Oscar por su ingenioso 7:35 de la mañana. Después consiguió dejar boquiabiertos a muchos (de asombro, no de aburrimiento) gracias a Los Cronocrímenes, una de las películas más arriesgadas y descaradas de los últimos quince o veinte años en España.

Hay que tenerlo muy en cuenta porque es difícil hacer más con menos. Ahora Nacho salta de género consciente de que sólo se la pega quien salta, no quien mira hacia abajo. Aún falta mucho para su estreno, pero habrá que estar atento y no en otro planeta.