Bajo el sol, una mujer mayor yace dormida en una silla de ruedas. La mujer latinoamericana que cuida de ella está comprando la fruta.
Un hombre pasea a su perro. Él va mirando el móvil y el perro se acerca a la silla de ruedas, huele a la mujer, levanta la pata y orina.
El perro no es consciente de sus acciones. El hombre y la cuidadora se han percatado de lo sucedido, pero él sigue con el móvil y ella con la fruta. La señora abre los ojos sin saber qué ha pasado.
Un tipo (en este caso yo) decide compartirlo en su página web.
Escenas cotidianas como esta explican la vida mejor que un millón de palabras.