Sucede en España que, cuando el dedo señala a quienes levantan, excusan y defienden la valla, el ignorante desprecia al tipo del dedo. O mejor dicho: cuando el dedo señala al que abusa, el imbécil amputaría el dedo, la mano y la cabeza.
Porque en este país, además de carecer de memoria y piedad, carecemos de empatía. Porque somos una sociedad ignorante y envenenada. Peor aún: somos una sociedad encantada de ser ignorante e incapaz de escupir el veneno. Nos gusta demostrar que somos mierda y por eso entregamos el poder a la mierda.
Salvados ha conseguido (entre muchas otras cosas) que la crudeza sobrepase con creces la valla de la pantalla. La relevancia cruda y brutal del silencio, la mirada y la empatía. Tres cosas que no sabemos valorar, disfrutar ni entender.
Gracias a Salvados, hoy más que siempre.