En estos días apenas he tenido descanso. Tampoco lo buscaba. Y esta foto robada muestra uno de esos pocos momentos donde caí rendido.
Ahora regreso a Barcelona con la sonrisa de ojera a ojera, rememorando cada detalle de estas dos semanas vividas en Jaén, ese lugar que sigue siendo cálido por culpa de tantas, tantísimas personas.
Por culpa de la vieja guardia. De quienes me lo siguen dando todo. De mi compañera de viaje. De los compañeros de inquietudes y sin embargo amigos. De los más inquietos y magnéticos. De los más fieles. De los fugaces pero intensos. De los nuevos y exquisitos fichajes.
Por culpa de unos pocos y unas pocas que en realidad son muchos y muchas y que, sobre todo, son imprescindibles. MIS IMPRESCINDIBLES.