La sonrisa que produce trasladarse al infinito (y más allá) agarrado a una butaca. Después de haberlo vivido durante mi infancia y mi adolescencia, pasé varios años convencido que nunca volvería a tener ese PRIVILEGIO en una sala de cine.
Gracias a Nolan por invitarme a formar parte de una historia más allá del cuadro, de los sentidos, de mis límites dimensionales.