Conozco a muchas personas que lloran con muñecas de madera o que piden perdón al hombre del espacio. Reconozco que su mierda es muy absurda y que son buenos rivales, pero en un concurso de imbéciles nunca me ganarían porque uno de mis dioses (tengo varios, depende del día) es un neurótico capaz de hacer milagros con su voz, un piano y un chandal rosa.
Ahora baja y chúpasela, Jesucristo. ¡No te va a decir que no! ¡Amigo que nunca falla!