ÚLTIMO REQUIEM POR CANAL+

Esta cabecera que podéis ver en el vídeo significa demasiado para mí. No sé si seré capaz de explicarlo bien. Pero lo voy a intentar como buenamente pueda. Porque me apetece y porque necesito sacarlo de mis adentros. Sabéis que no soy muy de parrafadas (JÁ), pero allá voy:

Recuerdo haber pasado gran parte de mi infancia cruzándome la casa en silencio para llegar al salón y ver la peli porno codificada de Canal+. Estaba claro que si me quedaba ciego no sería por las pajas sino por el mayúsculo esfuerzo que hacían mis córneas buscando un coño entre tanta raya (fíjate qué cosas).

También recuerdo que Canal+ llegó a mi casa en la primavera de 1993, justo a tiempo para ver al Real Madrid perder la Liga en Tenerife por segunda vez (sí, hubo una primera). Mi padre, madridista de toda la vida, decidió abonarse para no perderse aquella apasionante última jornada de una liga que, nuevamente, se llevó mi Barça.

La infancia pasó pero Canal+ había llegado para quedarse y, sobre todo, para EDUCARME. No tengo ninguna duda al respecto: aprendí más viendo aquella cadena de TV que en ningún aula de colegio, instituto o universidad. Canal+ era una ventana a un mundo apasionante, distinto y muy lejano al que tenía en Jaén.

Apenas tenía 13-14 años cuando mi madre cumplía mi único capricho semanal de comprarme dos cintas VHS de 180′ o 240′. En cada cinta grababa las mejores películas que estrenaban esa semana. Y así pasó mi adolescencia: grabando cosas del «plus» que iban ENSEÑÁNDOME A MIRAR la tele, la vida y mi alrededor.

Ni la EGB ni el BUP dejaron tanta huella en mí como lo hicieron «Piezas», «Magacine», «+Deporte», «El día después», «Contrarreloj», «Epílogo» o, especialmente, «Lo + Plus». Casi todo lo daban en abierto, pero las mentes ya andaban cerradas por aquel entonces. La parrilla de Canal+ fue la base de mi sistema educativo: centenares de películas y programas que siguen guardadas en mi memoria y en las casi 300 cintas VHS que tengo bien guardadas en mi casa de Jaén.

Sé de sobra que el auténtico Canal+, con su forma única de hacer TV y entender el mundo, murió hace más de diez años cuando el capitalismo salvaje decidió matarlo a base de fusiones. Sin embargo ha sido hoy cuando ha dejado de existir definitivamente. Su muerte ha sido injustamente lenta, cruelmente despiadada y desastrosamente torpe.

Mis padres me han pagado infinidad de cosas pero casi ninguna tan valiosa como Canal+. Sin saberlo, me estaban regalando una educación visual tan acojonante que todavía perdura en mi retina y que me ha convertido en gran parte de lo poco que soy o de lo que pueda llegar a ser en la vida.

Si el 60% de mi cuerpo es agua, el 40% restante debe ser Canal+. A lo mejor creéis que estoy exagerando. Pero Canal+ es más.

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