Sacarle una carcajada sonora a mi padre sigue siendo uno de mis mayores éxitos. Hacerle sonreír me resulta harto complicado y lo consigo en muy contadas ocasiones, así que cada risotada vale su peso en oro. Es, con mucha diferencia, mi público más exigente.
Creo que no hay nada más auténtico y útil que la risa, pero también creo que no hay nada más perecedero. No sé cuánto tiempo tardaré en volver a conseguirla, pero hace algunos días tuve la suerte de poder llevarme una de las suyas para siempre.
Esta lleva mi sello y no me la quita nadie, por eso quiero compartirla con vosotros. Aunque falten registros sonoros tan importantes como mi chiste o su carcajada.