Sucedió hace diez años: Jacques Audiard me atrapó durante dos horas y media con Un prophète. Un par de semanas después volví al cine para verla de nuevo y el resultado fue aún más satisfactorio.
Sucedió esta semana: Jacques Audiard me dejó embobado durante el par de horas que dura The Sisters Brothers (qué corta se me hizo, joder). Días después regresé a la misma sala y, oh sorpresa: el resultado fue todavía más satisfactorio.
Qué pocas veces me pasa lo de ir dos veces al cine para ver una misma película o, mejor dicho, para revivir la experiencia. Pero cuando pasa… ¡FUÁ! Y si ya es difícil emocionar al público una vez en la vida, hacerlo dos veces me parece un milagro al alcance de muy pocos.
Merci, Audiard!