Las redes sociales y la vida no sirven PARA NADA si no sigues ni lees a personas que opinan exactamente lo contrario y que, sobre todo, argumentan lo suficientemente bien como para hacer temblar unos principios que, lamento informarte, tampoco son tan tuyos. Que lo hagan en tono formal o a través del humor: lo mismo me da. Se trata de que me hagan SUDAR DUDANDO. DUDAR es mejor que SUDAR, pero la mayoría de vosotros no lo tiene por deporte o, si acaso, antepone lo segundo a lo primero.
En sólo cuatro días he perdido casi 70 contactos de Facebook y 300 de Twitter. No es un orgullo, es un hecho. A los que se han ido por su propio pie: adéu. No me importa, sus razones tendrían y podrían ser tan válidas como las mías cuando he sacado de una patada a gente que me importa mucho, poco o nada. A los que tuve que dar portazo no fue por pensar distinto, sino por compartir publicaciones y opiniones de corte indiscutiblemente fascista. El límite está bien claro: las opiniones son respetables, el odio NUNCA.
Necesito que me hagan dudar y que me lleven la contraria con mejores razonamientos, chistes y desarrollos que los míos. Tampoco es tan difícil. Mi opinión tendrá más y mejores argumentos si conozco la opuesta. En la mayoría de los casos servirá para perfeccionar el poco intelecto que me quede. Y en el mejor de los casos me servirá para cambiar de opinión si estaba equivocado (es una liberación acojonante). Para escuchar mis afirmaciones asintiendo como un puto simiocontertulio de TV prefiero quedarme en casa mirándome al espejo. Pero ya os aviso, aunque sé que lo sabéis: es una pérdida de tiempo, es la hostia de aburrido y te hace peor persona.
HAZME DUDAR Y TE SERÉ FIEL.