PESADILLA EN LA COCINA. SEASON FINALE: «Lo que mal empieza, mal acaba». PORQUE SIEMPRE SE PUEDE IR A PEOR. SIEMPRE.
Todo empezó con un error (lo normal tratándose de mí): compré un bote de tomate triturado en lugar de tomate frito y, en lugar de ir a descambiarlo o de cocinar algo que siempre funciona, decidí pronunciar la frase mágica: «Cariño, déjame que hoy cocino yo solo«.
Normalmente cocinamos juntos (ella inventa y yo obedezco, siempre sale genial). Pero casi siempre que decido cambiar el guión y pronuncio esas palabras algo sale mal. Casi nunca es grave, pero siempre hay errores. Hoy no ha habido errores en plural. Hoy ha sido un único error: TODO. ABSOLUTAMENTE TODO HA SALIDO MAL. REMATADAMENTE MAL. Lo que empezó como un intento por sorprender y ganarme el corazón de mi pareja en la cocina (en lugar de en otras habitaciones donde tengo mejores datos de acierto) ha estado a punto de acabar en un merecidísimo divorcio después de casi una década de hermosa convivencia.
Hoy, Miércoles 7 de Octubre de 2020, día del santo de mi santísima madre, se ha cometido uno de los actos terroristas más sangrientos y descarnados contra la cocina de nuestro hogar, normalmente acostumbrada a deliciosos manjares mediterráneos. No voy a poner la receta, sólo diré que MUERTE LENTA Y ETERNA AL INVENTOR DE «MEDIA CUCHARADITA DE CAYENA«.
Yo quería un plato muy especial y ha sido, LEJOS DE TODA DISCUSIÓN, una de las peores comidas de la historia. En lugar de sonrisas en la cara y satisfacción en el alma hemos tenido sudores por todo el cuerpo, retortijones en la cabeza, síntomas de COVID+SIDA+ÉBOLA, pandemia estomacal, miradas de mascota arrepentida y numerosas súplicas al borde del llanto. Qué tristeza, la virgen.
Pido perdón a las víctimas y entrego las armas de cocina. Asumo el castigo y la orden de alejamiento de los fogones durante una larga temporada. Si Bartomeu no dimite, dimito yo. Alguien tiene que hacerse cargo de esta pésima gestión.
Volveremos más fuertes. Volveremos más flacos.
